La comprensión libera – Curso de diciembre de lama Jigme Rimpoché
Del estudio a la puesta en práctica
Cuando pasas un mala, las cuentas se suceden, todas se parecen a la anterior, y por tanto, ninguna es la misma. Y luego tenemos el hilo que mantiene las cuentas juntas y en un orden definido. Así es como se desarrollan los cuatro cursos anuales de lama Jigme Rimpoché en Dhagpo: no son idénticos, pero tampoco diferentes, con un hilo conductor, ir a lo esencial de la práctica de las enseñanzas de Buda. Aquellas personas que asisten regularmente, sienten bien el hilo de una insensible progresión en las instrucciones que Rimpoché parece repetir de curso en curso.
Esta vez, ha vuelto a poner en contexto y como de costumbre, ha señalado las trampas que podemos encontrar en el camino. ¿Por qué estudiar? Porque si no asimilamos el sentido de la enseñanza por la reflexión, nuestra meditación se perderá en las sensaciones del momento. Además, el estudio da las referencias justas, como puntos de apoyo para volver a visitar nuestra manera de hacer las cosas en el corazón de las situaciones cotidianas. Se trata de identificar lo que es importante de lo que no lo es con una pregunta recurrente: lo que estoy haciendo en este momento, ¿es benéfico o no? ¡Una vez más la causalidad y el karma están presentes! Esto nos lleva al sentido de la práctica en su conjunto: establecer maneras de ser y de hacer que no generen sufrimiento. El objetivo continúa siendo el de liberarse del samsara y de los funcionamientos que lo alimentan. Pero no es rechazándolos que podremos liberarnos. El propósito es el de identificar las causas del samsara para abandonarlas de manera natural. El camino consiste en, progresivamente, establecer tendencias que nos desconecten de la confusión y del malestar que genera esta confusión.
Nos hace falta instalar un proceso natural:
– El sufrimiento es una dificultad para todos los seres
– Hay una posibilidad de no generar más sufrimiento
– ¿Dónde encuentra su fuente el malestar? En nuestros apegos
– Si nos liberamos del apego, el sufrimiento se disipa.
Gracias a que comprendemos este proceso por nosotros mismos, del interior, los cambios de los estados mentales se pueden dar y la práctica da así sus frutos. Dicho de otra manera, liberarse de los apegos no es algo que se pueda forzar. Es la comprensión la que los libera. El cambio puede desarrollarse de manera natural observando la mente y tomando conciencia de la manera en la que los apegos nos afectan.
Además de la sesión diaria de enseñanza con Rimpoché, los restitutores comparten su conocimiento del texto la Entrada en la vía de los panditas. Esta vez el estudio se intensifica ya que además del capítulo de los ayatanas (descripción de nuestro proceso de conocimiento), un segundo curso se consagra a la revisión de los agregados. El sentido del estudio se impone: se trata en principio de recibir el mensaje
preciso y detallado sobre lo que somos y nuestra manera de funcionar. Después, en la meditación y la observación de lo cotidiano, basados en el estudio, aprendemos a no estar sujetos al deseo y al apego. Sin embargo, esta primera comprensión, ya supone tener ganas de explorar el dharma y ponernos a practicar. Para decirlo de otra manera, se trata de cultivar la curiosidad y de ir al encuentro de nuestras tendencias y de cuestionarlas a la luz de las instrucciones recibidas.
Ir a lo esencial
Con el fin de no perdernos en la multiplicidad de enseñanzas a las que tenemos acceso, Rimpoché nos invita a guardar en mente el punto crucial, aspirar a lo esencial, lo que permite que no perdamos nuestra energía en lo que es en vano (todo aquello que tarde o temprano toca su fin). Se trata de tomar ejemplo de los maestros del pasado, como Gendun Rimpoché o Dilgo Khyentse
que cultivaron toda su vida un valor útil a los demás. En la práctica del Dharma, aquello que se pone en práctica se desarrolla en la continuidad, en la conciencia de que los actos tienen consecuencias. ¿Cuál es el punto crucial? Actualizar nuestra naturaleza de la mente o, dicho de otra manera, realizar el dharmakaya.
Para ello, tomar un camino simple es más efectivo. De lo contrario, el peligro de perderse en complicaciones, fuente de dificultades, puede llevarnos a rechazar el camino sin llegar al objetivo. Un camino simple, aplicado de manera correcta dará sus frutos. En base a lo que hemos estudiado, se trata de meditar con el fin de abordar aquello que queremos actualizar. Por la meditación, nuestro potencial se revela y nos permite comprender mejor las enseñanzas.
Concretamente, ¿qué significa esto? El estudio de las enseñanzas es ante todo técnico, aparece como un mecanismo bien engrasado que nos lleva en la buena dirección. Luego, a medida que practicamos, los puntos clave del estudio dejan paso al punto esencial: lo que llevamos a cabo a diario. Se establece un cambio en la percepción: aquello que era insignificante se vuelve crucial y aquello que nos parecía de una importancia capital, pierde su importancia. Es el resultado de varios ingredientes: estudiar la enseñanza, generar compasión, cultivar la meditación y así establecer una confianza sólida. Este proceso ofrece un gran potencial de asimilación del Dharma para actualizar el dharmakaya o la esencia de la mente, nuestra propia sabiduría.
Estos cursos anuales no tendrían el mismo sabor sin las sesiones de meditación guiada. La meditación, en nuestro contexto, permite afinar nuestra comprensión, contribuye a mejorar nuestras capacidades. El objetivo es que la mente reconozca su naturaleza y pueda permanecer en ella sin fabricaciones. En realidad, la mente es luminosidad y claridad. La luminosidad no tiene nada que ver con la luz. Es una mente no dual marcada por la compasión. La claridad hacer referencia a la mente no obstaculizada por los oscurecimientos. Estos dos aspectos son la naturaleza primera de la mente, antes del despliegue de la confusión. El propósito de la meditación es permanecer naturalmente en este estado primordial de la mente. No obtenemos nada nuevo, pero permanecemos en lo que es. Dicho con otras palabras, ¡podemos empezar por relajarnos!
Rimpoché ha explicado luego cómo establecer la mente en la meditación, comenzando así, por la relajación y el entrenamiento en la no-distracción. No se trata de forzar la mente sino de posarla con el fin de ver qué es lo que pasa, identificar la distracción. Así es como nos volvemos cada vez más conscientes y lúcidos en cuanto a lo que pasa en nuestra mente. Acostumbrémonos a este entrenamiento. Sobre esta base, toda practica meditativa, sea cual sea la forma y el soporte, nos lleva a la claridad y la luminosidad. El curso termina en la tranquilidad y con el año que corre: primero con un festín de ofrendas a Milarepa por la tarde, y después con la práctica de Chenresi para comenzar con la noche. Algunos han acabado el año con la fiesta anual, divertida y bailadora organizada por algunos de los residentes de Dhagpo. Mientras escribo esta crónica, llega el 2020: Rimpoché nos lo ha recordado, el cambio no es difícil, ¡es el apego el que hace que el cambio sea difícil! Feliz año a todos, que las cualidades presentes desde siempre se revelen naturalmente en cada uno.
Puntso, responsable del programa de Dhagpo.
Lama Jigme Rimpoché, nacido en 1949, ha recibido directamente del XVI Karmapa la totalidad de transmisiones del linaje. Tras 40 años pasados en Europa, Rimpoché ha adquirido un profundo conocimiento de los Occidentales. Sus enseñanzas y su ejemplo inspiran tanto a los practicantes como a todos aquellos a los que encuentra por todas partes en el mundo. Es a día de hoy el Secretario General del XVII Karmapa y autor de numerosas obras que hacen que el budismo sea accesible a todos.