¿La vacuidad? Un recorrido fértil
¿La vacuidad? Una realidad sobre la que tropezamos cada vez que intentamos comprenderla. Nos parece inaccesible. Esta dificultad puede explicarse; efectivamente, el Sutra del Corazón, describe la vacuidad calificándola como ¡inexplicable e inconcebible!
Y, por tanto, hablando de la vacuidad, Thinley Rimpoché durante su enseñanza afirma: “En realidad, es simple: se trata de entender nuestra realidad primordial”. La vacuidad no es la que es compleja o sofisticada; lo que genera una dificultad es aquello que nos impide reconocerla.
Aquí la vacuidad no es contraria de plena o de plenitud. Significa: “vacío del ser que atribuimos a algo”. Si examinamos la realidad mediante un análisis bien hecho, veremos que aquello que damos por supuesto de los fenómenos, un ser en sí, no puede encontrarse . Al decir que está vacío, no estamos diciendo que no hay nada o que hemos encontrado algo parecido a la nada. Reconocer la vacuidad es comprender todos los posibles, vacuidad es en realidad sinónimo de interdependencia o de coproducción condicionada.
Hemos estado explorando estos temas más de cinco años bajo la guía experta de Thinley Rimpoché. Han hecho falta 10 sesiones de cuatro días cada una, para llegar hasta el final del texto de Nagarjuna, las Estrofas Fundamentales de la Vía Mediana. Esta obra clave del budismo mahayana presenta la vacuidad en 27 capítulos; cada uno de ellos examina un aspecto de la realidad como lo es el movimiento, el yo o el sufrimiento, refutando la existencia propia de todos estos aspectos.
Nagarjuna nos explica que las nociones del yo y de los demás me aparecen, no porque las cosas sean así, sino porque nos aferramos a ellas como tales. Esta manera de aferrarse no es válida porque no está fundada. Tengo pleno conocimiento sobre la realidad, tengo una cierta percepción de la realidad, pero si aplico el examen de Nagarjuna de manera exhaustiva, llego a la conclusión de que esta realidad es convencional, relativa, ilusoria. Lo que cuestiona la vía mediana, el enfoque de la vacuidad es mi relación con respecto a la realidad.
Este recorrido filosófico es fértil en más de un sentido. Primero porque la vía del medio no es una teoría más, se le llama la tesis sin tesis. Efectivamente, la vacuidad no está ahí para dar algo a lo que aferrarse, sino que es una manera de corregir nuestros errores. La reflexión a la que llegamos tiene como objetivo el de disipar cualquier desviación. La sabiduría consiste en comprender la realidad ultima de la mente. El peligro es después, el de hacer de esta realidad ultima algo de sustancial. Por tanto, la vacuidad se utiliza como un corrector cognitivo. Es una manera útil de hablar para señalar nuestra manera de dar una existencia a las cosas y ver cómo superar esto.
El recorrido es fértil porque el propósito de todos estos razonamientos filosóficos es el de conducirnos a la meditación. Como hemos visto, la vacuidad es una manera de corregir nuestro error cognitivo en relación a los fenómenos. Podemos estudiar los argumentos de Nagarjuna y estar convencidos de ellos, pero las cosas aparecerán siempre como reales, teniendo una existencia por ellos mismos. La reflexión sola no permite que nos liberemos. Hace falta, dotados de esta comprensión, aplicarse en la meditación. Se trata de reconocer el estado natural de la mente donde la mente está posada sin ninguna representación. Atención, la simple ausencia de pensamiento es un estado ignorante, estúpido. No se trata de aferrar la ausencia de pensamiento, de crear un objeto. La meditación permite el desarrollo de una dimensión de claridad, de discernimiento, pero no de naturaleza discursiva. Es lo que señala el enfoque de la vacuidad.
Lo que nos muestra esta enseñanza es que el budismo enfatiza la sabiduría. Es indispensable poner en obra la disciplina y la generosidad, ya que procuran las condiciones adecuadas para la práctica, pero por sí solas no conducen al despertar. La meditación permite debilitar las aflicciones que perturban la mente y permite acceder a niveles de profundo bienestar. La meditación procura estabilidad y claridad, pero la meditación por sí sola no puede llevarnos a la liberación.
La sabiduría, asociada a la ética y a la meditación nos conducen al despertar; esta perfección de la sabiduría se dice que es la madre de todos los Budas, ya que es la fuente del despertar. El tema del texto de Nagarjuna trata de esta sabiduría que cultivamos mediante la escucha y la reflexión para dar a la meditación todo su sentido.
Este proceso nos lleva a la necesidad de implementar la enseñanza; como lo dice Buda: “No puedo coger el sufrimiento de los demás, no puedo dar mi propia realización a los demás. Si pudiera, lo haría. Lo único que puedo hacer es mostrar el camino, pero es responsabilidad de cada uno recorrerlo”.
Puntso, responsable del programa de Dhagpo.
PD: esta crónica es un mosaico de extractos de la enseñanza de Thinley Rimpoché.
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