Hace ya 20 años…
Durante un fin de semana organizado en octubre de 1999 con lama Puntso y Anila Tcheuying con una decena de jóvenes adultos de entre 18 y 25 años, lama Jigme Rimpoché vino a hablar del dharma y de la ética. He aquí algunos extractos de esta enseñanza aun de actualidad :
El sentido del Dharma es el de entenderse mejor, el de tener una visión más clara de uno mismo y de descubrir cómo utilizar su potencial. Según la enseñanza de Buda, tenemos en nosotros un potencial, una sabiduría, es decir la naturaleza de Buda, la naturaleza de la mente, el potencial del Despertar. El Dharma nos lleva a ser un mejor ser humano. Para tener una vida humana justa y en acuerdo a la enseñanza de Buda, lo más importante es tener una ética. Hablar de ética es hablar de verdad. Cuando decimos “estar en la verdad” puede ser ambiguo, incluso raro y no vemos muy bien a qué hace referencia.
Estar en la ética justa o estar en una verdad significa, por un lado, desarrollar la honestidad y por otro lado desarrollar una actitud justa. La honestidad consiste en tener una relación sincera entre uno mismo y el otro, y una vez encontrada podemos aplicarla en un segundo tiempo y ponerla en obra.
Dejar de hacer daño
Tener una ética justa, significa dejar de hacer daño a los demás y a uno mismo. Hay dos maneras de hacer daño: de manera directa, inmediata, o de manera más indirecta creando las causas que tendrán efecto en un momento o en otro. Hacerse preguntas es interrogarse sobre cuáles son las causas que generan determinados efectos. Algunas causas nos perturban al mismo tiempo a nosotros y a los demás y otras no. Se trata de elegir. “¿Qué actitud mía me va a hacer daño a mí y a los otros, y qué actitud no lo va a hacer? es aquí donde se encuentra la ética justa y la verdad de la situación.
Poca gente quiere hacerse daño voluntariamente, pero si reaccionan de esta manera, es porque hay una falta de confianza. Sobre la base de la ética, la verdad y la honestidad, lo que es importante es intentar ser positivos con uno mismo y con los demás, no solamente dejar de hacer daño, sino intentar ser constructivo. Esto significa dejar de engañar a los demás. Mientras estemos encerrados en el orgullo, los celos, el apego, en todas estas emociones que nos atraviesan somos dañinos.
Entender lo que vivimos
Es importante entender lo que nos sucede, lo que nos pasa, lo que nos hace reaccionar. Podemos también enfrentarnos a situaciones vividas para hacer algo con ellas. Pero, si no entendemos aquello que nos pasa, ni la situación que vivimos, reaccionamos por costumbre, de manera inocente, sin ser verdaderamente conscientes de lo que está sucediendo. Vamos por tanto a reaccionar en función de los demás, de la manera en la que nos miran, de la influencia que tienen y, finalmente la mente va a estar totalmente ocupada en hábitos mentales no necesariamente queridos.
Es esencial ver el funcionamiento de nuestra mente. Si nos miramos, podemos ver nuestro funcionamiento con precisión. A partir de esta mirada interior, va a emerger una nueva visión, ya que vamos a entender a la gente, lo que es importante en sí mismo, lo que son las tendencias mentales negativas. Vemos así lo que es dañino y perturbador, miramos alrededor de nosotros y vemos que hay humanos que viven de manera diferente y que podríamos tomar a algunos de ellos como ejemplos inspirantes.
Es importante cuestionarnos y preguntarnos lo que queremos. Todos queremos frescura, creatividad, estar bien y tener éxito en nuestros proyectos. Con el fin de llegar a estos objetivos, es necesario ver cuáles son nuestros defectos, en qué momentos creamos las causas de defecto y cuando hay un disfuncionamiento. Es importante tomarse el tiempo de reflexionar en aquello que está pasando por sí mismo.
A veces, podemos ser extremadamente violentos, agresivos, coléricos, incluso groseros interiormente. La mente entra en estados de ira muy fuertes. Cuando miramos la causa, podemos percibir que no tiene el impacto que creíamos al principio. Nos damos demasiada importancia, lo que genera ira que crea sufrimiento y perturbación para uno mismo y para los demás.
Si no nos dejamos atrapar por estar cólera y por estar agresividad, sufrimos menos, estamos mucho más felices, y más disponibles. Observando de dónde vienen esta cólera y está agresividad, nos damos cuenta que hay un lazo muy estrecho con el apego, con los celos y con el orgullo. Estas emociones por sí mismas no son un problema. La dificultad reside en el hecho de que no las vemos.
No somos conscientes en todos estos procesos emocionales que nos meten en un estado de irritación que va a generar tristeza, crítica y una visión negativa. Además cuándo entramos en relación con los demás, estaremos totalmente contaminados por esta actividad, y la relación se distorsionará.
Tomar conciencia
Ver que estamos en la ilusión es entender el proceso de las emociones y de nuestras acciones, clarificar la mente. Esto no quiere decir que nada exista, la ilusión quiere decir que estamos inmersos en los conceptos de la mente, en las ideas que hemos cristalizado, que estamos encerrados en un marco.
Es esencial ver que mientras estamos enfadados, la causa no es tan primordial como creemos. Tenemos una mente que es fundamentalmente clara y que es completamente sincera. Si miramos dentro de nosotros, vamos a entenderlo. Tenemos que tomarnos la molestia de mirar en nosotros mismos y de entender cómo funciona para nosotros.
Si entendemos qué es lo que nos sucede a nosotros, podemos entender qué es lo que les pasa a los demás. De cuando en cuando, es necesario ir a ver en nosotros mismos más que quedarnos sin reaccionar. Nos hace falta tomarnos un tiempo de reflexión, de sentarnos y de mirar. Si miramos vamos a preguntarnos porque reaccionamos como lo hacemos y podremos así sacar todos los aspectos positivos de la situación y aprender de ellos.
Podemos hacer diferentes elecciones en la vida. Es posible ir más hacia una alegría y hacía un bienestar inmediato. Es importante estar atentos al resultado positivo engendrado por aquello que hemos puesto en obra. Podemos encontrar el valor de las cosas, no en términos de juicio, sino de consecuencias. Nos hace falta preguntarnos en tanto que joven adulto, en qué tipo de actitud tenemos ganas de estar.
Podemos a fuerza de nuestras costumbres, tener experiencias constructivas para nosotros mismos y para los demás. Incluso si cambiar no siempre es fácil, preguntémonos en qué dirección queremos caminar.