Pequeño caleidoscopio del curso jóvenes adultos de abril del 2018

“¡Estoy al mismo tiempo aquí y en otro lugar!” Es una de las respuestas que se dieron a la pregunta que se hizo al inicio del curso: “¿Estás aquí?” Pregunta improbable que pide empezar por uno mismo. “Cuando he llegado, he sentido la misma sensación que cuando vine por primera vez. Por lo que me he dicho que estoy en el buen lugar”. Una cuestión simple y las discusiones empiezan.

Estábamos una pequeña veintena incluyendo a los dos animadores. Un número ideal para una exploración progresiva de… ¿De qué en realidad? He aquí los cuestionamientos hechos por cada uno al comienzo del curso, tras haberse conocido.
Algunas de las preguntas:

• ¿Cómo encontrar la serenidad en lo cotidiano frente a todos los pensamientos y las emociones que me atraviesan?
• ¿Cómo pasar de la adolescencia a la edad adulta, y sobre todo a la vida profesional?
• ¿Cómo encontrar sentido a lo que hago?
• ¿Cómo hacer las elecciones, tomar decisiones y comprometerse?
• ¿Cómo continuar en coherencia con mis valores en las elecciones que hago?
• ¿Tenéis métodos de meditación?
• ¿Cómo hacer con el peso de la mirada de los demás?

El programa de dos días de curso queda por tanto definido. A los animadores adaptarse y la dinámica puede empezar. Anuncian el eje de reflexión: cómo desarrollar el discernimiento. Los temas a abordar se imponen a ellos mismos: la impermanencia y la interdependencia, la relajación y la introspección, el entrenamiento; en fin, (p)osar una mirada diferente sobre uno mismo y sobre los demás.

Un tema de reflexión entre los que hemos abordado es la impermanencia. Empezamos por intercambios en pequeños grupos de tres personas con una nueva proposición: ¡hagamos una lista de todo aquello que cambie!
La lista no exhaustiva propuesta por los grupos: el cuerpo, las sensaciones, las percepciones, las emociones, todo aquello que produce el cerebro, la meteo, la materia, el amor, la juventud, la belleza, el ego, los problemas, las ganas, la felicidad, el universo, los logros, las lenguas vivas, los fenómenos, el contexto de algo, el espacio-tiempo, la naturaleza, la salud, la vida…
Y otra pregunta; ¿cómo reacciono a los cambios? Respondemos a ella en una discusión en grupo. Esta nos permite entender mejor nuestra relación con los cambios y encontramos recursos para adaptarnos sin ser sumisos. Una evidencia toma lugar en la discusión: la noción de proceso, el tiempo necesario para comprender y acoger las situaciones. Cómo un cambio puede hacernos pasar por toda una serie de estados emocionales antes de que podamos integrarla.

Hemos ido pues al reconocimiento de nuestras emociones. Hemos descubierto que una emoción no es mala en sí misma, es un movimiento en la mente. Lo que importa es lo que hacemos de nuestros estados mentales. Para ello podemos abordarlos en tres etapas; ver la emoción (¿qué es?) aceptarla (sin juicios, tan solo acogiéndola para observarla y reconocer su funcionamiento). Para hacer la selección frente a situaciones difíciles, podemos hacernos tres preguntas. ¿Qué es lo que pasa (los hechos)? ¿Qué pienso (las representaciones)? ¿Qué siento (las emociones)? A partir de estas herramientas todos se sentían mejor equipados frente a las emociones.

Hemos buscado igualmente los recursos a nuestra disposición o a cultivar, hemos clarificado el proceso que permite tomar una decisión, hemos meditado, nos hemos escuchado… Al final de estos dos días, todos se han ido con la idea de que el curso ¡acababa de empezar! Tras haberse llenado de información, de herramientas y de recursos, se trata de entrenarse. ¡Buena suerte a todos!