Visita de Nendo Rimpoché

4 septiembre 2018 | Las crónicas del Instituto

La meditación de los pies a la cabeza

“Comparto con vosotros mi experiencia y aquello que pueda seros benéfico” Nendo Rimpoché es jovial pero profundo, es enérgico pero apacible, es directo y sin embargo dulce, habla sin problemas pero escucha con atención. Nos dice, “El samsara es un ciclo que gira sobre sí mismo sin fin. Por la mañana nos sentimos bien, y por la noche estamos mal. El día siguiente es agradable, pero acaba en depresión. No cesa. Pasamos una y otra vez de un lado al otro. Nos hace falta liberarnos de este ciclo. Y, por lo tanto, no nos podemos liberar más que apoyándonos en el samsara. Nos hace falta observar su funcionamiento y entenderlo en profundidad”.

La enseñanza trata sobre la meditación. Su enfoque es pragmático. Podríamos decir que enseña la meditación de la cabeza a los pies: las piernas son la renuncia, la cabeza es la devoción y el cuerpo de la práctica es la meditación en sí misma. Pero Nendo Rimpoché redefine los términos.

Respecto a la renuncia explica que nos hace falta tomar conciencia de nuestra situación en el mundo, así como de nuestro funcionamiento interior con el fin de ver cómo generan insatisfacción. Para ayudarnos a llevar una reflexión de este tipo, nos recuerda la realidad de la impermanencia y el proceso de la causalidad, la sucesión infinita de experiencias agradables/desagradables que nos transportan constantemente, etc. Es así como nos desviamos naturalmente del sufrimiento y de sus causas. Pero nos conoce bien. A propósito de la impermanencia nos dice: “No nos gusta oír hablar del cambio: a nadie le gusta sentir que envejece o ver cómo se transforman las cosas estables, etc. Si nos dicen que no aparentamos los años que tenemos, nos alegramos. Cuando nos dicen que todos los fenómenos condicionados son impermanentes y que, por tanto, nosotros también vamos a morir, no nos gusta escucharlo y nos resistimos. Pero volver a poner este funcionamiento en cuestión, no sirve para nada. ¡Vamos a morir todos!” Gana la simplicidad y el buen sentido.

A propósito de la devoción, muestra la progresión: empezamos por cultivar la confianza. ¿En qué? En nuestra capacidad para liberarnos de la ilusión por la puesta en práctica de las instrucciones. ¿Qué instrucciones? Las de Buda. ¿Quién nos da acceso a estas instrucciones? El lama, motivado por la bondad. Una reflexión bien llevada sobre las instrucciones, nos hace pasar de la confianza a una profunda convicción. La relación con el lama, impregnada de la confianza y de la convicción, se convierte así en devoción, un reconocimiento más allá de las palabras. La devoción no se fabrica, no se fuerza, nace de un proceso natural, de una relación con el lama que se hace más profunda con la práctica.

Queda la meditación. Nendo Rimpoché continua práctico: “Cuando nos decimos “voy a meditar”, el hecho de decírselo genera una tensión. Nos imaginamos que hemos de controlar la mente en el soporte. Esto no ayudará a calmarla. Se trata de relajar la mente, tan solo de estar ahí y así podremos observar la mente de manera más clara y directa, hasta reconocer la esencia misma del pensamiento. Meditar no consiste en encerrar la mente en una caja. Meditar consiste en abrirse y en ser cada vez más conscientes y conocer cada vez más. En nuestra mente se han formado pliegues dolorosos debido a hábitos; la meditación va a liberar nuestra mente de esas arrugas.

Así es cómo la renuncia, la devoción y la meditación bien entendidas, forman el cuerpo completo de la práctica que nos lleva hacia una claridad mayor y en último término hacia la liberación y el despertar. Esto es lo que explica la “oración corta de Dorje Chang” en la que Nendo Rimpoché se ha inspirado para enseñar. Un texto que en unos cuantos versos describe las condiciones a reunir para una práctica meditativa justa.

Rimpoché utiliza muchas metáforas. Toma el ejemplo del coche para explicar cómo es necesario el equilibrio entre la relajación y la atención para conducir la meditación. Al volante, nos hace falta estar relajados, pero sin dejar de estar alertas. Si hay un imprevisto, como un ciervo que cruza la carretera, estamos listo para frenar. Captamos lo que pasa sin por ello seguirlo. Si seguimos el ciervo, acabaremos contra un árbol. Lo mismo pasa con la meditación. Se trata de cultivar una conciencia abierta, una relajación atenta.

Un último punto. Para meditar, es necesario reunir las condiciones favorables a la práctica y mantenerse lejos de la agitación, lo que permite acumular experiencia. Pero después, cualquier situación será la ocasión de evaluar nuestra meditación. Por ejemplo, en la actividad, ¿seremos sensibles a las críticas y a los cumplidos? Estar más o menos desestabilizados por las condiciones externas, nos enseña en qué lugar estamos de la experiencia meditativa. Finalmente, a lo largo de estos cinco días de enseñanzas, Nendo Rimpoché nos trae a los tres pilares de la práctica: el estudio, la meditación y la actividad.

Puntso, responsable del programa de Dhagpo