El budismo para ser autónomo
Se dice que la calidad de un maestro espiritual es hacer que sus estudiantes sean autónomos. El proceso que pone en marcha Jigme Rimpoché durante sus cursos, es el reflejo de ello.
La escucha
Primero, Rimpoché transmite las instrucciones, por lo que nos encontramos en una situación de escucha. Nos muestra cómo la práctica de la enseñanza de Buda no es un proceso ordinario, no se lleva a cabo como la realización de un proyecto con objetivos, intercambios y metas que lograr. En este caso, hacemos todo lo posible por alcanzar nuestros objetivos, decepcionados cuando esto no funciona y felices cuando funciona. Rimpoché explica claramente que, en términos de práctica espiritual, si seguimos las instrucciones de manera radical, no funcionará. Se trata de aplicar las enseñanzas en función de nuestras capacidades, poner en marcha un entrenamiento cuya progresión será opuesta a la que habíamos imaginado al principio. Esto supone por tanto flexibilidad. Y, en definitiva, iremos más allá del entrenamiento. En resumen, estamos en un proceso de exploración y de descubrimiento.
La reflexión
Pero no basta con escuchar la enseñanza. Jigme Rimpoché crea también situaciones de reflexión. Los lamas de Dhagpo apoyan la dinámica retomando la enseñanza con los estudiantes para profundizar juntos el sentido. Advierte que la comprensión justa no puede improvisarse; es el fruto “de un movimiento lento pero constante”. Se trata de, transformar progresivamente nuestros hábitos a partir de perspectivas inhabituales: “el camino no es artificial, no podemos forzar la marcha, el desarrollo se hace naturalmente”. Se trata de percibir nuestros disfuncionamientos, de sin juzgar, identificarlos a través de una mirada fresca y directa sobre nosotros mismos. Esta mirada entonces, podrá declinarse en otras. Sigue advirtiéndonos: “comprender nuestro funcionamiento por la práctica no nos libera de manera inmediata, pero hay progresivamente menos malestar”. Tenemos así más espacio para abrirnos a otros y poder comprenderles, siendo ésta la manera en la que instalamos los fundamentos de la compasión. Hay energía que poner en el camino, “el esfuerzo debe de invertirse en la reflexión sobre las enseñanzas y la práctica cotidiana. Acordarse de la enseñanza es liberador”.
La meditación
Entre los momentos de enseñanzas y de reflexión, las meditaciones guiadas permiten familiarizarse con la no distracción. En el ejercicio de la meditación nos topamos con extremos: a veces relajados pero sin atención, a veces vigilantes pero sin espacio, a veces incómodos pero presentes, a veces tan bien pero tan lejos. La meditación no consiste en buscar un estado (sea cual sea), en detener los movimientos de la mente (densos o no) o en fabricar una experiencia u otra (es tan sencillo). La práctica meditativa se resume de esta manera: “entrenarse a no seguir los movimientos que constantemente atraviesan la mente, ya sean pensamientos, ideas, recuerdos, imágenes, etc. Al mismo tiempo, la mente está consciente, presente a sí misma”.
Las sesiones son guiadas por practicantes entrenados en el contexto de la formación de guías de meditación. La exploración continúa, ya sea a través de los guías que se entrenan y afinan o a los estudiantes que se codean con la calma y el movimiento. El propósito es que la claridad esté ahí para todos. Tomémonos el tiempo…
El estudio
Como ejemplo de fruto del proceso de estudio, Rimpoché ha pedido a algunos residentes de Dhagpo, formados por Khempo Chodrak Rimpoché, que compartan sus conocimientos con el público. Varios cursos que explican de manera bien detallada los cinco agregados tal y como están explicados en La Entrada del conocimiento de Mipham Rimpoché (1846 – 1912). Los residentes, ocupados en la actividad del centro, no pueden participar en el plan de estudios y en las enseñanzas que propone el programa de Dhagpo. Pero, por otro lado, reciben a diario una formación conjunta del estudio y de la práctica meditativa. En este contexto y desde hace varios años, Khempo Chodrak Rimpoché, uno de los grandes eruditos del linaje Kagyu, les forma en las nociones esenciales de la filosofía búdica. Todo el mundo puede apreciar el rigor relajado con el que comparten estas nociones que han aprendido, lo que muestra cómo la transmisión del dharma es un proceso vivo, siempre en curso, que se alimenta de las situaciones.
La traducción
Bien sean el texto sobre los agregados o el comentario que utiliza Jigme Rimpoché para su enseñanza sobre la compasión universal, los dos textos que se utilizan se han traducido en Dhagpo por un pequeño equipo vinculado a la biblioteca del Instituto y al monasterio de Kundreul Ling en Auverge. Volvemos a encontrarnos con el mismo paso de elaboración progresiva. La ambición aquí no es la de llegar a una traducción definitiva rápidamente. Una vez más, la riqueza está en el proceso mismo con el fin de comprender lo que significa verdaderamente traducir. El desafío es el de no encerrarse en las palabras con el fin de descubrir progresivamente el sentido de la enseñanza. Con el apoyo de Rimpoché y de eruditos que pasan por Dhagpo, cada uno continúa entrenándose bien para la traducción o para la interpretación. A veces, los textos de las traducciones se dan directamente a los cursillistas presentes como soporte de estudio, a veces se vuelven uno de esos librillos que podemos encontrar en la boutique de Dhagpo y finalmente otros, suficientemente maduros, han sido editados como libros.
Un proceso de liberación
Se dice que la calidad de un maestro espiritual es la de hacer que sus estudiantes sean autónomos. Considerando las dinámicas que se desarrollan alrededor de los cursos de Rimpoché, nos damos cuenta que enseñantes, practicantes, residentes o cursillistas, cada uno, estando donde está, aprende el estudio, la meditación y el apoyo a los demás con el fin de hacer de la enseñanza de Buda un verdadero proceso de liberación.
Puntso, responsable del programa de Dhagpo.