Una enseñanza en la enseñanza – El curso de abril de Jigme Rimpoché
Continuar siendo nosotros mismos, conocernos tal y cómo somos y entender nuestra verdadera situación, es lo esencial de las instrucciones de Jigme Rimpoché durante el curso de abril. Se ha hablado de la impermanencia, de causalidad, de malestar, pero también de las condiciones a reunir para liberarse de la ilusión y de la confusión. Sin embargo, el que se toma la molestia de reflexionar sobre las enseñanzas de Rimpoché, siempre descubre un subtexto, como una enseñanza en la enseñanza. A lo largo de cuatro días, hemos podido (re)descubrir una vez más y como si nada, los 1000 y 1 consejos para poner en obra las instrucciones recibidas.
La primera condición de la práctica es, después de todo, obvia. Se trata de tener un interés por la enseñanza de Buda y desear probarla desde el interior. Por supuesto, en un primer momento, cuando escuchamos el Dharma, no podemos evitar entenderlo a partir de nuestros conocimientos. Estos, son muy útiles para dirigir nuestra vida, familiar o profesional, pero poco a poco, nos damos cuenta de que, una vez en contacto con la enseñanza de Buda, generan numerosas contradicciones. El peligro es el de perdernos en el laberinto de nuestras opiniones y de nuestros prejuicios cuando el propósito es el de ir a los puntos esenciales, de descubrir por nosotros mismos el corazón de las instrucciones.
En otras palabras, cuando abordamos los temas específicos del Dharma como la causalidad, la impermanencia, la claridad, etc., el problema es que no sabemos verdaderamente de que se trata (incluso teniendo la impresión de entenderlo). Nos hace falta tomarnos el tiempo de volver a ellos para poder digerirlos. El aprendizaje consiste en saber cómo aprender la enseñanza, saber cómo y por qué las cosas se dicen de una manera u otra. El Dharma tiene como objetivo el de liberar del malestar: necesitamos información para considerarla y nos hace falta analizarla para comprender lo que quiere decir. No podemos lograrlo simplemente a través de la escucha o de una primera reflexión.
La falta de comprensión viene de una falta de práctica, por lo que la integración de la enseñanza no es evidente. Concretamente, nos hace falta guardar en la mente las informaciones que hemos recibido y reflexionar sobre ellas. El punto principal del mensaje de Buda se relaciona con aquello que viven los seres, el sufrimiento y sus causas, la liberación y las condiciones de liberación. Nos hace falta, por tanto, encontrar lo que es favorable para nosotros mismos y para los demás seres y acordarse para poder después ponerlo en práctica.
Lo hemos visto, tenemos tanta información, que no sabemos ya cómo aplicarla, hemos reunido tantas nociones que ya nos sabemos qué es beneficioso y qué no. Se impone por tanto el estudio del Dharma. Como tenemos la tendencia a olvidar lo que escuchamos, nos hace falta aprender los términos de referencia que dan la dirección de aquello que hay que adoptar y lo que hay que abandonar. Guardando estas referencias en mente, vamos a reflexionar para establecer por nosotros mismos si son o no pertinentes. Entonces, podremos preguntarnos cómo aplicarlas en función de nuestras capacidades. Se trata de un camino progresivo.
El estudio y la reflexión nos llevan a una comprensión que empieza a surgir desde dentro. Sin embargo, es tan solo a través de la meditación, que la evidencia puede establecerse. La meditación es la que nos hacer sentir de manera diferente el sentido adquirido por el estudio. Es la razón de ser de las palabras de Buda: dar la información cuyo significado se descubrirá por la práctica de la meditación, siendo esta la que hará que nazca la comprensión. ¿Cómo puede ser? Cuando escuchamos las instrucciones, estas dejan una huella en la conciencia, sobre todo si la escucha es seguida de la reflexión. Sobre esta base, la meditación da nacimiento a una comprensión de lo que se ha escuchado y contemplado.
El Dharma nos ayuda a orientar nuestra vida en la dirección apropiada, de manera a reunir las condiciones de realización del despertar. La meditación es la que nos impide que nos equivoquemos de camino. La meditación aporta otro valor a nuestra mente.
El material de nuestra búsqueda espiritual está en lo cotidiano, las situaciones a las que nos enfrentamos cada día. Se trata de renviar nuestra experiencia cotidiana a las palabras de Buda. Cuando algo sucede, tomamos conciencia de nuestra incomodidad y de nuestra reacción ante lo que es desagradable. Analizamos entonces lo que genera nuestra reacción a partir de las instrucciones estudiadas y pensadas. Esto aclara nuestra experiencia diaria de otra manera.
El propósito no es el de cambiar, sino el de reconocer lo que surge en nosotros cuando encontramos las dificultades. Cuando las emociones y los conceptos surgen, ¡mirémoslos! Esta manera de hacer nos permite comprender y aprender el mensaje de Buda a partir de nuestra experiencia. Es la comprensión que nace del estudio del Dharma la que nos ayuda a hacer frente a situaciones de manera progresía y natural, sobre la base de un conocimiento interior.
Necesitamos tiempo. Esta manera de prestarnos atención a nosotros y a las situaciones ha de perdurar en el tiempo y esto, se construye progresivamente. En otro tiempo, los resultados no debían de llegar tan rápido como hoy. La idea no es la de comprometerse rápidamente, sino la de poner en marcha procesos naturales. El Dharma nos explica cómo conocer las situaciones y cómo descubrir las respuestas a estas situaciones. Las soluciones dependen de nuestras elecciones. No se imponen ni son obligatorias. Dependen de nuestras capacidades, de lo que podemos aplicar.
Una cosa es cierta, si aplicamos las profundas instrucciones transmitidas por el Buda, progresivamente nuestro objetivo cambia, el sentido que le damos a las cosas evoluciona. La visión que tenemos de nosotros mismos se transforma naturalmente. Cuando somos niños, los juguetes son importantes para nosotros. Pero una vez que crecemos, pierden su valor y su importancia. De la misma manera, cuando crecemos, gracias a los múltiples aspectos de práctica, aprendemos progresivamente a ir hacia lo esencial.
(Esta crónica ha sido elaborada a partir de hilos de consejos dados por Rimpoché a lo largo de los cuatro días de enseñanzas. Me he tomado la libertad de reorganizar y de unirlos en un texto coherente).
Puntso, responsable del programa